A unos cientos de metros, quizás 1 km., se encuentra el Flohmarkt am Arkonaplatz. Mucho más pequeño pero con más selección, sobre todo años 60 y 70. Llegamos algo tarde pues a pesar de que la hora de cierre es a las 17 horas, en invierno se retiran con el sol y este, a las 4, ya brillaba por su ausencia.
Después de esta jornada rastrera, solo nos quedaba ir a cenar. Tras descargar en el apartamento optamos por repetir el restaurante aleman que habiamos estado en Alexandreplatz y deleitarnos una vez más con sus kartofeens, carnes, salsichas, …. Sólo quedó pendiente el codillo, pero es que el menú amenazaba con “más de 1000 gr. por ración”. Solo para valientes.
Bueno, esto es lo que dieron de si 4 días Berlin. A destacar la amabilidad de sus gentes siempre dispuesta a ayudar. Prácticamente todos hablan ingles, y muchos, español.
Si tuviera que poner un adjetivo a esta ciudad seria: joven, dinámica y alternativa. En las calles, mucha gente (a pesar del frío i la lluvia), mucha bicicleta. El transporte público es fantástico. Si no tenéis que ir a muchos museos es preferible sacarse el bono solo de transporte (en lugar de la tarjeta de turista) para todo el dia, se puede sacar en grupo. Para 4 personas pagábamos 15,90€ y el domingo 8€, viajes ilimitados.
Queda pendiente el Pérgamo (imperdonable), más galerías de arte, más calle, más tiendas (quedó pendiente todo el diseño de Prenzlauer), más mercados, más bares, más marcha… Berlín bien vale un re-visita.
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